sábado, 8 de noviembre de 2014

POEMA XXIII- VATICINANDO TU DESTINO. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA.


POEMA XXIII- VATICINANDO TU DESTINO. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA. 

Siempre me he preguntado por qué los copos de nieve no se dejan atrapar. Ya sea bajo una noche fría o al comienzo de una mañana tibia, con la mano cubierta por un guante, o con la piel desnuda, no se dejan retener. Es duro, porque ya no puedo volver al ayer para caminar sujeta por la firmeza de tu mano, con tus dedos enredados en los míos, con nuestras ropas siendo mecidas por el gélido viento y nuestros labios agrietados lamiéndose mutuamente las heridas que la fría estación del invierno deja tras su paso. No se puede vivir de los recuerdos que viven en las fotografías o en las portadas de las revistas que un día ocupamos, y tampoco puedo pedirte que vuelvas de ese lugar al que te has ido para no volver jamás. Muerdo con desazón mi lengua, malditas sean las palabras que un día arroje con arrogancia y vertí con malicia sin darme cuenta de que en el fondo lo único que lograba con ellas era hacerte más daño.


Si pudiera volver atrás en el tiempo me golpearía y una y mil veces en la cara para hacerme entrar en razón y así dar lo mejor de mí cuando estabas a mi lado y no ahora cuando te has ido de mi vida sin dejar ni rastro. Dime cómo se puede se puede volver a vivir una vida desde el principio si tú ya no estás en ella para dar pie al inicio. Me atosigan los pensamientos, y no quiero creer que la verdad que me muestran mis ojos es la realidad a la que debo de enfrentarme cada día. Si tu voz volviera a ser oída estoy segura de que mi pena se esfumaría, pues en este sueño que vivo todos los días tu cuerpo se pudre en un lecho frío cubierto por la tierra que piso y tu tumba decorada de flores marchitas manifiesta una realidad a la que no quiero ser enviada cada segundo de mi angustiosa existencia.


Amor, mi amor, vuelve a mí, no te quedes al otro lado de la orilla, donde mis brazos se fatigan si nado, donde mis dedos no llegan si los estiro para tocarte. Mi vida, nunca quise ser ese pesar que sobre tus hombres hice cargar en reiteradas ocasiones. Yo solo quería ser mejor que tú, para tener mi conciencia tranquila, para sentir que mis sueños ya se habían cumplido y nada más sería una distracción en mi camino, salvo tú, mi eterna y delirante obsesión. ¡Ay de mí! Esos ojos en los que tantas veces me vi ya no están aquí para volver a mirarme en ellos, y las risas ya resuenan como antes, ni los atardeceres tienen el peso de antes. Sólo quedan letras en papeles borrosos en los que tus trazos han quedado olvidados por mis ojos. Todo cuanto viví a tu lado sigue siendo como un sueño, una emoción con la que cada día me visto como si fuera mi traje de los domingos. Y siempre con una copa en la mano por mi corazón rebosado está de nostalgia, y las penas no se ahogan solas si el alcohol que ingiero no las ayuda. Ahora que el silencio me acompaña creo que dormiré un poco más para olvidarme de la cruda realidad.

Akasha Valentine 2014 © http://www.akashavalentine.com

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